Las viñas de la Bodega Descalzos Viejos se extienden por las cercanías del antiguo convento de la Orden de los Descalzos, las barricas de crianza de sus 6 vinos de referencia están situadas en la propia Capilla del convento original de los Trinitarios, en una palabra: son vinos con espiritualidad, con la esencia de Ronda.
Casi un cuarto de siglo de trabajo incesante, repartido entre el rescate del viñedo, la restauración del convento y el ensayo de nuevas variantes de uva capaces de aclimatarse al clima particular de Ronda, se materializa en un abanico de vinos DV. Dicho abanico se desplegará al completo en el acontecimiento Ronda Destino Gourmet de los próximos 21, 22 y 23 de septiembre.
ESENCIA DE RONDA
Descalzos Viejos propone un blanco, DV Chardonnay, que es todo un referente de los vinos que atesora Ronda, más un bloque de 5 tintos.
DV, el tinto más joven, es el primer peldaño de una escalera al cielo Gourmet. Sigue el DV+, uno de los valores históricos de la bodega radicada en un convento fundamental en la historia de la ciudad serrana. Ha conseguido galardones tan importantes como la Medalla de Oro o la Gran Medalla de Oro en Concursos Mundiales de prestigio.
Uno de los vinos más recientes de Descalzos Viejos, el DV Virtus, confirma el potencial de la uva petit verdot en el sur de la Península. El galardón recién conseguido: Medalla de Oro 2021 en el certamen internacional celebrado en Lisboa, habla del acierto del enólogo Vicente Inat en su actuación para las familias Retamero y Salesi, propietarias de la bodega,
El DV Iusta se sitúa un escalón más arriba. Es un monovarietal de garnacha, uva que alcanza una expresión excepcional en los terrenos complejos de Descalzos Viejos.
La propuesta final de DV, con la denominación Rufina, descubre la singularidad de la uva syrah, una de las más sutiles de las aclimatadas a la Serranía de Ronda.
El toque artístico de estos vinos, su espiritualidad innata, sintoniza con los escenario en donde se elaboran: por un lado Ronda, el destino de los primeros turistas modernos, los viajeros románticos del siglo XIX, y, por otro lado, ese oratorio excepcional, en el que acaban de aparecer unos frescos bajo capas y capas de cal y pintura con más de 4 siglos de antigüedad.