Es la taberna japonesa más andaluza, la “izakaya” genuina más al Sur de la Península. Se abre en un callejón del centro moderno de Marbella, a 10 metros de la salida peatonal del mayor aparcamiento subterráneo de la ciudad, y exhibe ese aire “canalla” de los establecimientos secretos, que solo conocen los iniciados… en el buen comer.

La nota de clandestinidad es solo una de las claves de Ikigai, un templo de la cocina popular japonesa impulsado por Marcos Antonio en los fogones, en la parrilla al carbón exactamente, y su compañera en la sala, dos personas volcadas en proporcionar la mejor experiencia Gourmet con un respeto absoluto a la economía de la clientela.

Una cena para tres personas, muy ligera pero inolvidable por las emociones acumuladas, nos ha llevado a un Japón íntimo, refinado y divertido, muy lejos del sushi omnipresente e interpretado industrialmente. Estamos en otra dimensión… y se agradece muchísimo.

En Ikigai se alcanza la cumbre de los aromas, gracias a los botánicos que animan la parrilla, y de las texturas, siempre magistrales para el paladar, a partir de ingredientes sencillos: pollo, berenjenas, carrilladas o arroz. La magia de Marcos hace el resto.

Lo hemos comprobado con un par de brochetas, o yakitori, majestuosas: pollo de corral con puerro asado, por un lado, y alitas de pollo de corral con salsa namban de pimienta Sichuan, por otro. La guarnición, servida en plato separado, ha sido una berenjena ahumada y salteada al wok con miso dulce picante y alioli casero… para levitar de placer.

También hemos pedido un “Clásico Ikigai”: el curry japonés con carrillada de jabalí, con su arroz correspondiente, un combinado magistral. Para terminar con un matcha cheesecake, o lo que es igual, una tarta de queso y matcha al horno, junto a unos mochis impecables.

Exótico, exquisito y diferente, si, diferente de lo habitual en las mesas españolas. Más una atención sobresaliente, más unas recomendaciones minuciosas para satisfacer los gustos de cada comensal, más unas cervezas niponas cargadas de sorpresas agradables… por menos de 80 euros.

Marbella, una ciudad con restaurantes japoneses sobrevalorados, tiene una taberna, una “izakaya” genuina, para disfrutar cada minuto del menú familiar en Japón reservado para los mejores festivos. Se llama Ikigai, apúntelo en sus móviles. 

LA FIESTA DEL HUMO AROMÁTICO

Para abrir fuego en Ikigai, y nunca mejor dicho en un templo de la parrilla japonesa, se necesita un trago de cerveza de aquel país… o varios tragos de varias cervezas. La carta de cervezas exóticas procedentes de Japón es super sugerente, con referencias frutales, con diferentes niveles de tostado. Son deliciosas. Elegantes y con fragancias delicadas, poco habituales por estos lares.

Es el escenario perfecto para recibir los yakitori, las brochetas protagonizadas por un pollo tan sutil, tan repleto de sabores que parece venido de otra galaxia.   

La primera que llega a la mesa es de pollo de corral con puerro asado. La firmeza de la carne, con su corteza casi crujiente, pone su contrapunto a la untuosidad del puerro. Según lo escribo noto que la boca se hace agua, es un reflejo que he experimentado en pocos momentos.

Los aromas de maderas nobles complementan los toques cálidos de una salsa consistente que potencia esta propuesta. La salsa se mueve entre el dulce de la miel y el picante más sutil. Genial.

Con la otra propuesta de brochetas, de alitas de corral, se disfruta tanto con la presentación, que mantiene la fisonomía completa de las alitas aunque llegan en dos banderillas, como con los aromas de campo. La carne es aún más sutil, si cabe, más delicada en el paladar, con toques refrescantes y un punto picantes.

Son brochetas para degustar de modo apaciguado, para saborear cada nota de esta experiencia inédita para los sentidos. Cualquier bocadito ofrece un nivel de satisfacción supremo, como corresponde a platos perfectos, con un equilibrio capaz de tranquilizar a la persona más inquieta. Puro Zen.

BERENJENA, EXPLOSIÓN EMOCIONAL

Su estética… de batalla está muy alejada de la emoción que genera en cuanto se degusta con calma. La berenjena de Ikigai, mimada por Marcos en su parrilla, genera una verdadera explosión de aromas y sabores en las personas sentadas a la mesa.

La elegancia suprema de cada nota de sabor, con toques casi dulces, y la textura acariante de la propuesta, siempre sedosa y especialmente refinada, impactan de lleno en la consciencia de quien tiene la oportunidad de disfrutarla

Es una berenjena casi celestial o, lo que es igual, una berenjena ahumada y salteada al wok con miso dulce picante y alioli kewpie casero gratinado. ¿Qué es el kewpie? Se trata de la mayonesa nipona, inspirada en la que llegó a Japón hace poco más de un siglo procedente de Estados Unidos.

Su elaboración se realiza a base yemas de huevo, no huevos enteros, junto con azúcar, mostaza y un toque de vinagre aromático.

La experiencia berenjena de Ikigai, nasu dengaku para quienes se manejan en el idioma nipón, es imprescindible si se quiere acceder a una cocina popular y, al mismo tiempo, refinadísima.

CURRY JAPONÉS, EL DESCUBRIMIENTO

Es poco habitual finalizar una cena con un estofado, pero en la izakaya de Marcos, es la última etapa para ascender hasta el cielo. Carrilleras de… jabalí cocinadas durante 24 horas, una salsa magistral con sus verduras y un arroz blanco como apoyo conforman ese curry japonés repleto de aromas mágicos.

La carne sutil, que se deshace en la boca, la carga de especias y la salsa majestuosa cuentan con el contrapunto de un arroz casi “al dente”, que potencia la sensación de plenitud en el paladar. Un 10 absoluto.

TARTA DE QUESO EN FORMATO EXÓTICO

Nos hemos situado en el tiempo de postres sin darnos cuenta, sin notar el menor síntoma de pesadez. Por esa razón nos atrevemos con la tarta de queso, sí… pero a la japonesa.

Marcos ha creado una matcha cheesecake al horno que no tiene nada que ver con las propuestas presentes en las cartas de miles de restaurantes. Es un regalo para los sentidos: refrescante, liviana y con toda la personalidad del te matcha.

Colofón para este menú emocionante: mochis. Sí, esa especie de pelota dulce elaborada con un arroz glutinoso machacado hasta convertirlo en pasta. La delicadeza de todas las propuestas de Ikigai también se disfruta en estos mochis con dulzor muy controlado y una textura sorprendente.

Postres para volver cientos de veces a esta taberna íntima, confidencial, cuidada con todo detalle, desde la decoración hasta la música.

Ikigai ha traído a Marbella, esa cocina japonesa capaz de seducir a toda la familia, un objetivo que no consiguen los especialistas en sushi en muchas ocasiones. En los fogones y en la sala de Ikigai se siente la pasión por Japón, por la laboriosidad y por la honestidad, siempre con un toque de la mejor Andalucía.

Es una combinación certera, abierta a la clientela con tarifas ajustadas, antiinflacionistas, en un tiempo de atención a la economía. Un imprescindible de Marbella.

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