Exótica, con un punto de misterio y delicada, casi acariciante, así se presenta la cocina de Georgia, de la Georgia situada entre Europa y Asia, entre el Mar Negro y el Mar Caspio, en plena Ruta de la Seda.
Hemos descubierto su atracción en Tbilissimo, a 5.500 kilómetros de Tiflis, capital de Georgia, en Isdabe, a medio camino entre San Pedro Alcántara y Estepona. Su localización: en primera planta de un centro comercial que mira al Mediterráneo, lo hace aún más intrigante.
El restaurante Tbilissimo, impulsado por una familia georgiana con larga tradición en Marbella, despliega un curso completo de emociones gourmet.
Hablamos de emociones para el olfato, para el paladar, para la vista, que proceden de la cuna de la Civilización occidental. Georgia es una tierra de vinos consolidada desde tiempos bíblicos: desde que Noé, antes de montar el Arca, tuviera su primera experiencia con sus tintos contundentes.
Nuestro viaje a esa cocina singular, que fusiona la esencia del Mediterráneo con las especies orientales más sugestivas desde tiempos de Marco Polo, hace más de 800 años, se ha producido a lo largo de un almuerzo para tres adultos, siempre sorprendente y muy reconfortante por el potencial de aromas y sabores.
Este viaje por una cocina sólida, tan apreciada en Europa del Este como las cocinas española o italiana en Europa Occidental, se ha abierto con un milhojas de arenque, el único plato con un cierto toque ruso de todo el menú.
Después hemos caído de lleno en la tradición que caracteriza a Tbilissimo. Berenjenas fritas al estilo georgiano, sencillamente sublimes, rellenas de queso y nueces.
A continuación ha llegado el Chashushuli, ternera estofada con tomates, cebolla y cilantro, capaz de lanzarte por un viaje entrañable por el campo; y, en el primer final, un pollito picantón en salsa Bazhe, una salsa aromática de suavidad majestuosa que ennoblece esa carne.
El eje de un menú puramente georgiano ha recibido un par de aportaciones estelares. La primera podría describirse como una versión peculiar de la pizza, Khachapuri Megruli, masa enrollada rellena de queso que recibe una capa superior de otro queso delicioso. Toda una descarga energética.
Para finalizar nada mejor que un arroz Plov, recién hecho. Un arroz suelto combinado con todos los vegetales imaginables y un cargamento de zanahoria bien picada. Su sabor delicado, casi dulzón, nos ha lanzado hasta una de las primeras paellas de la historia.
Servicio de calidad, más dos buenas copas de tinto de Georgia especialmente poderoso, más pan clásico servido como entrante con dos salsas: Matsoni, con ajo y eneldo, hecha con yogur de la tierra; y Satsebeli, otra preparación local con tomates, pimientos y especias, han redondeado el menú.
Precio final: 100 euros, super correcto para un despliegue de propuestas marcadas por la elegancia y la naturalidad.
Gran experiencia gourmet, propiciada, una vez más, por las indicaciones de Marcos Antonio, impulsor del restaurante Ikigai de Marbella, empeñado en encontrar tesoros auténticos en toda la Costa del Sol, sin detenerse en la bisutería que deslumbra a la crítica obsoleta.
Recomendaciones idóneas para personas inquietas, que disfrutan con emociones gourmet siempre reconfortantes. Tbilissimo ofrece ese tesoro a través de una cocina enraizada en la Cuna de la Humanidad.
EL MENÚ
Arenque milhojas: un tartar con arenque, patata, zanahoria, huevo, remolacha y mayonesa, con cierta influencia rusa.
Berenjenas fritas con nueces al estilo georgiano. Rollitos de berenjena que envuelven pasta de nueces y queso con hierbas frescas. Se decora con una pepita de granada.
Khachapuri Megruli. Masa finamente enrollada rellena de queso con otra capa de otro queso por encima.
Chashushuli, tenera estofada con tomates, cebolla y cilantro.
Picantón en salsa Bazhe, Pollito picantón en salsa aromática de caldo de pollo, nueces y especias georgianas.
Arroz Plov. Se sirve con cebollas y tomates frescos tras elaborarse en un recipiente muy similar a la paella y con una técnica culinaria casi idéntica. Con eso queda todo dicho sobre su nivel gourmet.
