Las cocinas abiertas que nos permiten observar cómo se trabaja en directo nuestras comandas son una tendencia que cada vez cuenta con más adeptos.
Lo que comenzó como una moda se ha convertido en un modelo de negocio y así lo demuestran los cocineros más destacados de las grandes urbes como Nueva York, Londres, Paris y también Madrid y Barcelona.
Atrás quedaron los viejos ojos de buey desde donde los cocineros observaban a su clientela y conservaban el secretismo de sus recetas. La nueva filosofía en la restauración apuesta por mostrar su sala de máquinas.
Lo hace como respuesta a una clientela cada vez más preparada, ansiosa de información, y que quieren saber de dónde proceden los ingredientes, cómo se preparan los platos y quiénes son las personas que hay detrás de la comida que disfrutan.
El porque se ha consolidado esta tendencia, que curiosamente tiene su origen en Estados Unidos y en los puestos de Fast Food donde sus escasas dimensiones obligaban a cocinar de cara al público, tiene distintos motivos.
El aspecto más interesante es que tanto cocineros como clientes encuentran ventajas en este modelo. Para los primeros una cocina abierta es un formato eficiente en términos operativos y espaciales, además los trabajadores del restaurante mejoran su rendimiento al hallarse bajo la mirada de los comensales.
Para los clientes, la cocina en abierto satisface su curiosidad y el deseo de una experiencia más completa y educativa.
De cualquier modo encontramos más argumentos que parecen confirmar el éxito de las Cocinas en Abierto como:
Transparencia. Permiten a los clientes observar en tiempo real cómo se preparan sus comidas, contribuye de manera significativa a la experiencia gastronómica. Esta transparencia brinda a los comensales la confianza de saber que sus platos se elaboran con meticulosidad y atención, lo que a su vez agrega un toque de calidad y autenticidad.
Interacción. La interacción entre los cocineros y los comensales se convierte en una parte esencial de la experiencia, permitiendo a los clientes conversar y hacer preguntas sobre la comida. El propósito principal de ir a un restaurante es compartir una comida con amigos o familiares. Sin embargo, también es un placer disfrutar del arte de la cocina.
Entretenimiento. La cocina en vivo no sólo ofrece una comida deliciosa, sino también una experiencia entretenida. La habilidad y destreza de los cocineros mientras preparan sus propuestas frente a los clientes no solo agudiza los sentidos, sino que también estimula la curiosidad y el interés en el proceso creativo de la cocina.
Personalización. La posibilidad de que los clientes realicen solicitudes especiales o personalizadas directamente a los chefs añade un nivel adicional de satisfacción y comodidad a su experiencia gastronómica.
Confianza. Observar la meticulosa higiene y la profesionalidad en la preparación de los alimentos en una cocina abierta es tranquilizador y establece una base sólida de confianza en la calidad y seguridad de la comida que se está a punto de disfrutar.
Eficiencia. La comunicación fluida y directa entre la cocina y el personal de servicio representa un elemento clave que impulsa la eficiencia en la entrega de los pedidos y, en última instancia, optimiza la experiencia del cliente. Al estar en estrecho contacto y visualizar el proceso de preparación de cada plato, el personal de servicio puede coordinarse de manera más eficaz con los cocineros.