Te reciben con alegría, con cordialidad y con sonrisas. Te hacen sentir en tu casa, en esa casa de pueblo siempre acogedora que está en la mejor memoria de cualquier familia… hasta que las primeras propuestas gourmet de Torre de Alquería, venta de referencia en la localidad granadina de Romilla, llegan a tu mesa.
Desde ese instante sabes que has accedido a la casa de las alegrías gastronómicas con la firma de Paco Robles, todo un grande de los fogones. Su cocina inquieta, repleta de combinaciones curiosas con ingredientes muy cercanos, llena de alegría, multiplica las ganas de vivir intensamente.
Nuestra experiencia, un almuerzo mientras viajábamos por carretera desde Madrid a Marbella en un día de más de 42 grados, se parece mucho a la vivida cuando se descubre un oasis escondido en medio del desierto. Torre de Alquería está a solo 3 kilómetros de la autovía A92 a su paso por Chauchina y compensa, vaya sin compensa, el desvío desde la general.
Hemos degustado un menú corto, para seguir conduciendo a pleno sol sobre un asfalto ya casi licuado, pero muy revelador de la originalidad atesorada en esta cocina.
Una ensalada fuera de norma, con brotes, calabaza asada, aguacate en tempura y frutos secos garrapiñados, ya nos ha sorprendido por su optimismo, su genio.
Después hemos probado los tacos de manitas de cerdo y gambón a la brasa con jalapeño. Dos tacos poderosos que se llevan los mejores piropos desde el primer al último bocado, sobrepasando la expectativa para un plato que cuesta menos de 10 euros.
Hemos finalizado con dos obras maestras del pan bao: uno de panceta melosa, mayonesa picante, hierbas aromáticas, cebolla roja y mejillones, un lujo para los sentidos por 3,50 euros.
El otro pan bao, de atún en manteca con cebolla caramelizada, alioli suave de mango y sriracha y pepino fresco, nos ha llevado a las estrellas sin escalas. Ojo, que también cuesta 3,50 euros.
Con todos estos antecedentes decidimos ir a por un postre: un coulant de chocolate con crema de frutos rojos y helado de pistacho… que fue un acierto total para enfrentarse, de nuevo, con la ola de calor. Eso sí, ahora llevábamos un extra de frescor emocional, un fantástico sabor de boca, que nos permitió cubrir los últimos 200 kilómetros de autovía en un abrir y cerrar de ojos. ¿Precio? Pues poco más de 40 euros con todo. Vamos a repetir, y muchas veces.
LA TAPA DE GRANADA
La tapa en Granada es toda una religión, que se respeta en Torre de Alquería con todo rigor. Un par de “claras” bien frías, sí, ya se que esto de la “clara” es una herejía para los cerveceros, y una tapa de gala para iniciar la experiencia en este establecimiento de Romilla: patatas a lo pobre con vegetales de la Vega granadina.
Patatas a lo pobre… tapa de gala. Sí, los ingredientes más humildes se convierten en… lujos en medio de una cazuelita de barro con el toque justo de aceite de oliva virgen extra supremo. La grandeza de la sencillez. Genial.
Ya metidos en faena nos atrevemos con la ensalada. Paco Robles ha dado sus toques de originalidad: la calabaza asada, el aguacate en tempura y los frutos secos garrapiñados para tener todo el crujiente, esa sensación que despierta la alegría en los sentidos, al lado de un abanico de sabores capaz de llenar el paladar.
Es una ensalada diferente, casi misteriosa en cada bocado, marcada por una serie de contrastes que se complementan. Muy, pero que muy rica y refrescante. Super divertida.
TACOS QUE SUENAN BIEN
Los tacos de Torre de Alquería son amistosos, son poderosos y son, además, regalos para el paladar. Los fogones de esta casa han reunido ingredientes de aquí y de allá: manitas de cerdo, gambones y jalapeños, para conformar unos tacos sublimes.
Para comer con las manos, para sentir los jugos en los dedos y para emocionarse con una combinación delicada que no renuncia a un toque de picante para potenciar la experiencia. Los tacos de Paco Robles son más que entrantes, son platos que rinden homenaje al mestizaje.
Inyectan energía en el físico más debilitado por el calor con más eficacia que un Red Bull exótico. Sin azucares extraños, sin conservantes ni colorantes, pura cocina inquieta. Para repetir sin parar.
SORPRESAS TE DA LA VIDA, LA VIDA TE DA SORPRESAS…
La vida te da sorpresas… ya lo decía Rubén Blades en su canción más emblemática, Pedro Navaja. Solo tienes que acceder a una antigua casa de pueblo, restaurada con todo detalle, y enfrentarte a un pan bao de panceta melosa, con mayonesa picante, hierbas aromáticas y un par de mejillones para que cambie tu existencia.
El pan bao de panceta debe ser mágico. En un segundo borra el cansancio tras conducir más de 400 kilómetros sobre asfalto ardiente, de sol cegador, de tensión al rodar ligero en un tráfico pesado. La propuesta de Paco Robles elimina la fatiga de golpe.
Contraste de sabores enérgico, sí, pero con armonía. La panceta pone su carga de energía, los mejillones traen el toque de mar y la nota picante dispara la satisfacción del paladar. Exquisito.
El segundo bao, atún en manteca con cebolla caramelizada, alioli suave de mango y sriracha, la salsa picante del sureste asiático, más pepino fresco, es un auténtico desafío a los sentidos.
Refrescante por el toque del pepino, aunque me gustaría algo menos de este ingrediente, y con sabor marino por el atún amplificado con el puntito agresivo de la sriracha. Es un golpe de mar, aún más llamativo en pleno interior de Granada. Superlativo.
EN TODO LO ALTO
Así hemos finalizado este almuerzo ligero, en todo lo alto. Un coulant de chocolate, especialmente sabroso y aromático, ha puesto el contraste perfecto a un helado de pistacho, el fruto de moda. Hay que hacer un apunte extra: ese pistacho delicioso, con una fragancia especial, se cultiva entre Granada y Málaga con resultados excepcionales.
La crema de frutos rojos redondea una propuesta sutil, con el toque justo de dulce y con gran poder refrescante. Impecable. Nos ha gustado Torre de Alquería, nos ha gustado su cocina y su atención cordial en la sala. Ya es un Imprescindible del Verano 2022. Volveremos a disfrutar de sus originalidades en muchos de nuestros viajes entre Madrid y Marbella. Un lujo asequible y cercano, pero todo un lujo.