Vamos a iniciar este post de La Barra Inka, en plena Plaza de la Merced, corazón de Málaga, como una publicidad de bebida energética. Agotamiento tras un día repleto de visitas a focos turísticos? Sobrecarga intelectual tras recorrer los museos de la ciudad? Necesitas un subidón vital? Necesitas la descarga de energía y vitalidad de la cocina Nikkei.

El Cocinero Henry Paul Wong, el alma de La Barra Inka, tiene el secreto de la felicidad en la mesa. Los platos de esta embajada del Perú en Málaga son golpes de mar: refrescantes, divertidos y emocionantes. Hechos de modo impecable y puestos ante los comensales en tiempos mínimos.

Nuestro almuerzo, celebrado tras un maratón por los monumentos del casco histórico de Málaga en un día caluroso, ha confirmado el valor vivificante de una cocina popular repleta de notas exquisitas. Es el estilo Nikkei, capaz de unir los mundos peruano y japonés alrededor del Pacífico pese a disfrutarlo a menos de 2 kilómetros del Muelle 1 del puerto.

Aromas poderosos, sabores contundentes que juegan tanto con los ácidos de la lima y el limón como con el picante del ají, más texturas chocantes… todo apunta al estremecimiento de los paladares. Cada propuesta pone una sonrisa en los labios de forma más desenfadada que el mejor sushi japonés y menos dramática que el mejor taco mexicano con su picante.

Hemos paseado por los tópicos Nikkei al tiempo que hemos rendido nuestro homenaje a los cócteles emblemáticos del Perú: el pisco sour tradicional, impecable, y el chilcano con maracuyá, para reforzar su tono tropical, absolutamente imprescindible en cualquier visita a La Barra Inka.

Los platos tradicionales: ceviche de pescado; causa de atún; y arroz chaufa Nikkei, nos han confirmado el enorme valor de la cocina llegada desde el Perú y la calidad inmensa de Henry Wong ante los fogones.

La sucesión de instantes inolvidables ha continuado en la cuenta, inferior a 75 euros, especialmente ajustada si también se considera: el trato de los profesionales de la sala, profesional y acogedor en todo momento; la calidad de los ingredientes de cada plato, suprema; la celeridad en la llegada a la mesa de las diferentes propuestas; y el valor del emplazamiento de La Barra Inka.

El mejor representante de la cocina peruana en Málaga capital se sitúa casi frente por frente a la Casa Natal de Picasso y a poco más de 200 metros del Museo dedicado al maestro malagueño, de la Alcazaba y de las ruinas romanas.

Henry Wong y su equipo descargan optimismo a raudales, disfrutan con los 5 sentidos de su trabajo y transmiten ese caudal inmenso de alegría a sus comensales. Es el triunfo de la sonrisa.

EL CEVICHE, SIEMPRE UN DESAFÍO

Nuestra primera experiencia en La Barra Inka nos ha llevado por las propuestas emblemáticas de una carta sugerente. Por esa razón hemos iniciado la andadura con 2 cócteles: el pisco sour clásico, 9 euros, y el chilcano, 8 euros.

Ambos cócteles utilizan el pisco, un aguardiente obtenido de la destilación de mostos frescos de uva, como elemento básico. El pisco sour añade clara de huevo y lima, delicadeza y acidez refrescante, para conseguir así un prodigio energético que despierta hasta el último poro del cuerpo. Soberbio.

El chilcano parte del mismo pisco, pero añade ginger ale, con su sabor dulzón pero sin excesos, y maracuyá. La propuesta final es refrescante y delicada, aunque no tan potente como el pisco sour. Idónea para personas que no enloquecen con la fuerza de los cítricos.

Estamos en un restaurante peruano de cocina Nikkei y el ceviche nos llama desde uno de los espacios más relevantes de la carta. El tradicional, elaborado solo con pescado, 15 euros, nos atrae desde el primer instante… éxito total.

Es un prodigio de frescor, que transmite al paladar todo el encanto de la lima y el limón, más el punto picante. El ceviche de Henry Wong te conduce por el pescado blanco más sabroso al tiempo que anima un juego de texturas inolvidable. En este plato hay crujientes secos, en el maíz, en la cebolla morada, hay líquidos, como la leche de tigre, hay carnosos, como el propio pescado.

La sinfonía siempre es perfecta en cada cucharada, y no hay dos cucharadas iguales. Depende siempre de la zona… en la que “pesquemos” el bocado. Delicioso con todas las letras.

EL PURÉ DE PATATAS SE VISTE DE ETIQUETA

La causa tradicional peruana, una propuesta que reúne patata machacada, ají amarillo y lima, alcanza su cota suprema en La Barra Inka. Hemos elegido la causa con atún, 15 euros, que nos ha regalado los sentidos por la delicadeza de la combinación… y por su contundencia. Es un plato potente.

Hay mucha tarea detrás de esta causa peruana, capaz de vestir de etiqueta unas simples, pero majestuosas, patatas machacadas. El ají amarillo, la lima, el atún y, por encima de todo, el conocimiento atesorado por el equipo de Henry Wong son los factores que explican este regalo para los sentidos. Todo un lujo para el paladar.

EL ARROZ EN EL FINAL

Un arroz con lo mejor de 2 mundos, un arroz chaufa Nikkei con pollo, 14 euros, es el broche final de un almuerzo repleto de momentos brillantes.

Arroz suelto, con toques de especias, bien perfumado, que destaca cada “tropezón” de pollo. Más cercano al arroz del mejor sushi que al arroz de una buena paella, un plato diferente por el huevo integrado en el capítulo de ingredientes. Exquisito de principio a fin.

La Barra Inka es una opción perfecta para saborear la mejor cocina de Perú, la cocina que marca la pauta internacionalmente, en la zona más cosmopolita de Málaga, a pocos pasos de los referentes culturales para cualquier visitante de la ciudad.

Nos gusta la alegría de su cocina, nos gusta su nota exótica, nos gusta su forma de atender a la clientela. Es una de las direcciones de referencia para disfrutar de una comida distinguida sin castigar la “Visa”.

La Barra Inka es una propuesta a seguir en una capital como Málaga, que ya está perdiendo la batalla frente a las multinacionales sin alma, las que se encuentran por igual en Londres y en París, en Bruselas y en Nueva York. Aquí se trabaja con todo el corazón. Esa es la diferencia.

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